Carta a Santiago Feliú Santi, Mi mujer se me ha puesto sensible últimamente. No dejan de haber razones, pero no puedo hacer más que ponerle tus canciones, e incluso la llevé al concierto que diste en el centro de Madrid, en el bar-restaurante De Palo pa’ Rumba el día 14 de febrero, para que entendiera que no es ella, sino todo lo que nos rodea. Es tarea de titanes estar todo el día tratando de socorrer la luz, con ese amor por Cuba pasando duro por las venas como la vida misma. De batallas sobre mí mejor no hablemos. Es que las náuseas finiseculares eran los síntomas normales para esta realidad que hemos parido, con los dolores que nos trae el porvenir. Debo convocar la razón esta vez, para que las cosas no se sucedan así sin control? Necesito sentirme en paz. Te recuerdo vagamente junto a Donato, Frank, Carlitos y Gerardo en la tarea de ser los eslabones perdidos que unían a una generación de la trova que ya no podía llamarse nueva con los que ya no podían ver las cosas y sentirse ig
Un espacio para el arte cubano, donde sea que se produzca.