¿Qué nos pasa a los cubanos?
Por Hugo CancioTomado de El tono de la voz (Blog de Jorge Ferrer)
Miami es conocida alrededor del mundo como la capital del sol, la puerta de Las Américas, y la ciudad que por tantos años le ha abierto las puertas a millones de emigrantes en su mayoría latinoamericanos que aquí se hospedan temporal o indefinidamente en busca del afamado sueño americano; otros, en busca de "libertad”.
Nosotros los cubanos hemos sido los más favorecidos por razones obvias. Con el favoritismo que hemos heredado ha llegado la falsa pretensión de que somos únicos y que son únicos los problemas que nos afectan. Esto donde más se refleja es en los medios de prensa locales, en específico los radiales y televisivos, donde independientemente de la identidad geográfica del locutor o presentador, el tema "Cuba" predomina a diario como un acto imprescindible para la aceptación personal en nuestra comunidad del presentador o la supervivencia económica del programa, los llamados ratings...
Sí, es verdad que nuestra historia a partir de 1959 y hasta la fecha no tiene comparación por un sin número de factores históricos, políticos, sociales, culturales, etc., pero en nada podemos compararnos a, por ejemplo, la guerra entre los moros y los cristianos o las injusticias raciales en Estados Unidos, la persecución de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial o la separación geográfica y por ende familiar de Alemania y los alemanes. Sin embargo, los judíos y los cristianos hoy viven y trabajan mancomunadamente por el bienestar del ser humano, Alemania es una, y un afroamericano llamado Barack Obama es el presidente electo de Estados Unidos. Entonces me pregunto, ¿qué pasa con nosotros los cubanos?
Hace unas semanas se presentó en Miami el popular y aclamado artista cubano Pablo FG, quien invitado a un programa local expresó una opinión contraria a muchos que en Miami vivimos, pero no del todo ajena o tan impopular como se dio a ver. La pregunta y la respuesta fueron inoportunas, pero ya, hasta aquí, las diferencias de opiniones son válidas y se respetan. No obstante, varios presentadores de radio y televisión locales se lanzaron como aves de rapiña a despellejar en tiras, no tan solo la imagen del afamado artista o la del efímero promotor, sino la imagen del pueblo cubano al irresponsablemente exhortar a la intolerancia y la apatía. Un paparazzi argentino y un periodista dominicano, todos en busca de ratings y acorde a lo que antes menciono, lideraron el penoso y mediocre episodio. En nada me opongo a la libertad de expresión o al respeto por la profesión periodística, nada tengo contra la nacionalidad de estos señores, todo lo contrario, más bien me siento preocupado por la falta de cobertura e interés que estos señores le dan a los serios problemas políticos: pobreza, corrupción y delincuencia que atraviesan sus respectivos países para enfocarse en los nuestros... Creo ya contamos con un argentino y un dominicano en nuestra historia; como bien expresaría otro presentador local, ¡¡¡por Dios!!!
La realidad es que son más las cosas que hoy nos unen que aquellas que nos separan. Hoy somos más los que emigramos por razones económicas y sociales que por asuntos políticos; hoy somos más los que abogamos por el levantamiento del embargo, las restricciones de vuelos, los envíos de remesas, el diálogo; hoy somos más los que ya comprendemos que no es correcta esa rígida y erecta postura que ha consumido irrecuperablemente a toda una generación, que el odio, el rencor y la prepotencia tienen que acabar aquí y en Cuba.
Creo ha llegado la hora de un rotundo cambio de estrategia, de enfoque, de dirección. Han pasado demasiados años y seguimos penosamente divididos. No apuntemos con el dedo porque todos hemos contribuido a ello. Además, ya no es importante o relevante atrapar a los culpables, lo importante debe y tendrá que ser buscar la fórmula para fomentar el cambio, la unificación familiar, la reconciliación de nuestro pueblo.
No pretendo con esta nota disgustar a nadie, respeto y admiro a los primeros emigrantes cubanos (el llamado exilio tradicional cubano) que a su llegada a Miami con su arduo esfuerzo, arrastrando el dolor y la decepción de haber tenido que abandonar su país, se abrieron paso y marcaron huellas que de una forma u otra han contribuido a que nuevas generaciones de emigrantes latinoamericanos hoy puedan disfrutar de la prosperidad de esta gran ciudad y la diversidad étnica de esta comunidad. Pero mi admiración y respeto no me hace partícipe de su dolor, y en muchos casos bastante evidentes, de su rencor. Esta postura ya es inaceptable, absurda, y contraproducente. Yo no dudo de que quienes aún promueven esta actitud y postura tanto aquí como allá amen a Cuba. El amor a veces es reflejado de distintas maneras y cuando duele, cuando frustra, en algunos casos se manifiesta a través del odio y nos sentimos incapaces de perdonar. Pero ¿hasta cuándo? Como diría un gran cantautor cubano en uno de sus mas populares temas: "El Tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos".
Alguien una vez me dijo que cuando cambiamos la percepción del objeto o asunto que observamos, eso que observas cambia.... Aquí va la mía... No somos cubanos comunistas o gusanos, escorias o vendepatrias: somos cubanos; no tenemos cubanos en el exilio y otros en la isla: tenemos al pueblo cubano; no tenemos a artistas de aquí o de allá (Celia, Willie, Juan Formell y los Van Van, y a Pablo FG): tenemos a nuestros artistas, nuestra cultura cubana; no tenemos a La Habana y La Pequeña Habana: tenemos La Habana.
Exhorto a todo cubano a que haga un llamado a su conciencia y se pregunte hasta cuándo. ¿Acaso podemos combatir el odio con el odio, la hostilidad con la hostilidad, y la incomprensión con incomprensión? Hagamos un llamado a nuestra identidad nacional (sólo existe una); nuestro amor por Cuba y su pueblo debe ser incondicional. Es imprescindible dejar de vivir en el pasado y perdonar. Nuestra gente necesita ayuda, hay cubanos encarcelados allá y aquí cumpliendo absurdas condenas y esto es doloroso, no sólo como cubano, sino como ser humano. El Malecón necesita pintura, la casa de mi tía necesitas tejas nuevas, una amiga está desesperada por comer malanga y no hay, la jefa del comité no tiene qué comer y el embargo a Cuba nos afecta a todos...
Siento que cuando dejemos de juzgar y apuntar con el dedo, cuando dejemos de preguntarnos qué pasó y cómo fue, entonces podremos comenzar a cicatrizar heridas. Después de todo, de una forma u otra todos hemos tenido en las manos el pincel que ha dibujado nuestra historia. Ya yo tengo mi nuevo pincel en la mano, toma tú el tuyo y comencemos a dibujar una nueva historia, es hora, ¿no?
Hugo M. Cancio
Empresario
Productor de Música y Cine
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