LA HISTORIA DE UN DEMO
por Nedine del Valle
Míster Acorde
Míster Acorde
Conocí al Míster, primero de oídas, por las calles y quise hacerlo personalmente. Sabíamos que estaba yendo a la Casa del Tango, entonces 2001-02, es decir, apenas unos años.
Cuando lo ví, su rostro enseguida me lo dijo. Un hombre de más de 40, ojos profundos y perdidos, de aparente inmutabilidad y humildad equilibrada. Me habían hablado de su música, de su manera de tocar y por supuesto, con mi gusto por el sonido, lo diferente y un esposo músico, yo tenía que acercarme y conocerlo.
Al principio cuando lo escuché todo era raro y si era raro me llamaba. Su composición, sus arreglos. Escuchando su música se me envició el corazón, me enamoré de sus canciones. Con esas melodías difíciles y esas letras extrañas.
Cuando lo ví, su rostro enseguida me lo dijo. Un hombre de más de 40, ojos profundos y perdidos, de aparente inmutabilidad y humildad equilibrada. Me habían hablado de su música, de su manera de tocar y por supuesto, con mi gusto por el sonido, lo diferente y un esposo músico, yo tenía que acercarme y conocerlo.
Al principio cuando lo escuché todo era raro y si era raro me llamaba. Su composición, sus arreglos. Escuchando su música se me envició el corazón, me enamoré de sus canciones. Con esas melodías difíciles y esas letras extrañas.
El Míster viene de una familia de artistas. Posee su verso la influencia de su padre y su música, la de géneros muy conocidos.
Entonces hablamos. Nos vimos más de una vez, empezó a darle clases a mi esposo y yo empecé a pensar en alguien que pudiera cantar sus canciones. No porque el Míster fuera incapaz de hacerlo y nunca pensando en sustituir a Claudio, sólo que imaginaba sus canciones interpretadas por otra voz.
Cruzaba el verano del 2002 y junto a Javiera, una amiga chilena, impartíamos un curso de Artes Plásticas a niños de las montañas de Pinar del Río con el auspicio de la AHS. Era algo de un mes entero y de vez en cuando teníamos compañía: mi esposo y dos de sus amigos y uno de ellos, vino con su novia Anaís.
Era una noche de luna como en sobradas historias y yo descansaba dentro de la carpa militar que teníamos para el viaje, todos los demás estaban afuera debido al calor de finales de julio, rodeándose de la música y los sonidos de la noche. Sabía que Anaís, a pesar de no cruzar muchas palabras, estudiaba en el ISA (Artes Plásticas) y resultaba un ser para nada insignificante, a pesar de los muchos silencios.
En uno de esos momentos escuché su voz en una melodía sin letra, a capella y sólo demoré unos minutos para darme cuenta que era la persona que había estado soñando para las canciones del Míster. Faltaba que ella comprendiera y le gustara su música; y no diría por suerte, sino por cómo se sucede la vida, ocurrió.
Era una noche de luna como en sobradas historias y yo descansaba dentro de la carpa militar que teníamos para el viaje, todos los demás estaban afuera debido al calor de finales de julio, rodeándose de la música y los sonidos de la noche. Sabía que Anaís, a pesar de no cruzar muchas palabras, estudiaba en el ISA (Artes Plásticas) y resultaba un ser para nada insignificante, a pesar de los muchos silencios.
En uno de esos momentos escuché su voz en una melodía sin letra, a capella y sólo demoré unos minutos para darme cuenta que era la persona que había estado soñando para las canciones del Míster. Faltaba que ella comprendiera y le gustara su música; y no diría por suerte, sino por cómo se sucede la vida, ocurrió.
Fue breve. En mi casita-taller de alquiler, debajo de la mata de mango en Lawton-Luyano, nos citamos. El Míster a escuchar su voz y Anaís a descubrir su música, un universo en sí mismo.
Anaís sabía de mi deseo de encontrar a alguien para grabar algo de Idalberto, que hasta el momento no contaba con algo terminado en sus manos de un estudio y aún censurado (2002) por la política cultural del país.
Esto último nos importaba un bledo, no pensamos en eso, creo ni nos dimos cuenta. Sólo lo enfrentamos alguna vez que fuimos a la radio y no nos dejaban llamarlo Míster Acorde, sólo podíamos decir: Idalberto Valdés. Al Míster no le había contado de mis deseos, no quería prevenirlo, ni ponerlo a volar. Estaba esperando el momento, bueno en realidad el dinero contante y sonante.
Señores, no se engañen. Llegar al final fue difícil. Ya teníamos la pasta, Michael y yo, de una venta de mis cuadros y se lo comunicamos al Míster que quedó en buscar un estudio y así fue, fueron días de grandes emociones, buenas y malas. Trabajar con artistas y entre artistas es una ardua tarea, como se dice en lenguaje corporal cubano: "salimos por techo" y regresábamos a la tierra a terminar.
Tuvimos la gran suerte de que Alfaro fuera la persona que el Míster escogió para hacer el trabajo y que lo aceptara. Me alegra mucho haberlo conocido. Un gran profesional, músico increíble, lleno de paciencia, conocedor de la obra de Idalberto. Sabía complacerlo y escucharlo.
Ninguno ignoraba las crisis del Míster y ésto se nos avecinó en medio de todo, pero eso no detuvo la grabación del demo a pesar de que las canciones sufrieran cambios. Esa es otra parte de su genialidad y de su historia más personal. Hemos aprendido a convivir con eso. Admiré muchísimo a Anaís y su tenacidad y comprensión hacia Idalberto y sus canciones. Al final se logró porque todos queríamos lo mismo, y con mucha fuerza.
Sinesio Verdecia
Sin él no existiría el Demo. Acompañó al Míster en cada segundo y en medio de las crisis le tradujo el mundo ordinario. Su sensibilidad fue imprescindible. Le doy la gracias por ello.
Cada uno de nosotros, por motivos propios, fuimos muy felices en su realización. Aún sin reconocimientos, ajenos a la competencia y a las listas comerciales. Traté de poner la producción bajo mi nombre, consulté a varias personas amigas, cosa imposible por los medios estatales en Cuba.
Hay estudios en Cuba que guardan grabaciones del Míster pero ninguna ha logrado salir al formato CD. El Demo del Míster ha sido como pensé, un trabajo para valorar a largo plazo. Junto al documental "Míster acorde, Moña pa'ti" de la realizadora Ladys Roque, es de los pocos materiales que registran la obra musical de este genio tan peculiar, que ha superado las barreras impuestas, lo mismo en lo personal que por un sistema social que controla la política cultural de todo un país, como es Cuba.
Hay estudios en Cuba que guardan grabaciones del Míster pero ninguna ha logrado salir al formato CD. El Demo del Míster ha sido como pensé, un trabajo para valorar a largo plazo. Junto al documental "Míster acorde, Moña pa'ti" de la realizadora Ladys Roque, es de los pocos materiales que registran la obra musical de este genio tan peculiar, que ha superado las barreras impuestas, lo mismo en lo personal que por un sistema social que controla la política cultural de todo un país, como es Cuba.
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