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Alguien me estuvo preguntando hace poco qué había pasado con el Patio de María, la Meca del Rock en Cuba, y elaborando un poco mi respuesta, removí todos aquellos recuerdos.

A continuación, dos artículos de Camilo Ernesto Olivera, el primero publicado en El Punto G hace ya algún tiempo; el segundo tomado de Cubaunderground, donde hallaremos reflexiones y respuestas.

Por cierto, a pesar de promover por algún tiempo una especie de 'rockoteca' -con material discográfico donado principalmente por bandas que visitaron la isla- a dónde iban algunos jóvenes a escuchar rock, y de que por fin se creó la Agencia Cubana de Rock, inaugurada el 20 de julio del 2007, aquello nunca volvió a ser lo que fue.


¿Réquiem por el Patio de María?
Por: Camilo Ernesto Olivera.

“La historia se repite dos veces: una como tragedia y otra como comedia” Carlos Marx
El 18 brumario de Luis Bonaparte (1)


“Pedimos al artista que desarrolle al máximo su esfuerzo creador. Queremos crearle al artista y al intelectual las condiciones ideales para su creación, porque si estamos creando para el futuro ¿Cómo no vamos a querer lo mejor para los actuales artistas e intelectuales?... Pedimos que los intelectuales y artistas pongan su granito de arena en esa obra que al fin y al cabo será una obra de esta generación… de esta generación sin edades en la que cabemos todos, tanto los barbudos como los lampiños, los que tienen abundante cabellera o no tienen ninguna o la tienen blanca. Esta es la obra de todos nosotros. Vamos a librar una guerra contra la incultura, vamos a librar una batalla contra la incultura, vamos a desatar una irreconciliable querella contra la incultura y vamos a batirnos contra ella y vamos a ensayar nuestras armas…” (2)

Este fragmento corresponde a “Palabras a los intelectuales”, pronunciadas por Fidel Castro Ruz ante los intelectuales y artistas cubanos presentes en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional “José Martí” el 30 de junio de 1961.

Fueron la conclusión de un debate abierto en el cual participaron también otras autoridades del gobierno y el entonces Consejo Nacional de Cultura (CNC). Se abordaron temas como la libertad de expresión y creación, la relación de los intelectuales y artistas con la política cultural de la Revolución e instituciones rectoras de dicha política.

Dos hechos ocurridos con anterioridad dieron lugar a este debate: la prohibición de la exhibición pública del documental “PM” del realizador cubano Sabá Cabrera, y el cierre del suplemento cultural “Lunes” del periódico Revolución, por orden del CNC, donde laboraban y colaboraban varios de los intelectuales y artistas presentes.

Estas palabras significaron un llamado a conciliar diferencias, aclarar dudas, desterrar prejuicios y unir voluntades a favor de la tremenda obra educacional y cultural que apenas comenzaba.

Han pasado 43 años de estos hechos y todos sabemos que la historia guarda grandes y muy útiles lecciones para comprender el ayer, asumir el hoy y prever el mañana.

El 31 de agosto del 2003 se llevó a cabo en El Patio de María el concierto de rock más largo de la historia de Cuba. María Gattorno habló sobre la posibilidad de repetir esta experiencia en un futuro cercano.

Apenas transcurrido algo más de un mes de este macro concierto, y de forma sorpresiva, se hizo pública la noticia de que se suspendían los conciertos de rock indefinidamente y que María cesaba como directora de la Casa de la Cultura. Esto trajo como consecuencia una atmósfera de dudas e incertidumbres, acentuadas por toda clase de especulaciones y rumores, tanto en la capital como en el resto del país. El objetivo de este artículo es tratar de aclarar lo ocurrido y valorarlo con la mayor objetividad posible.

A inicios de los años noventa comenzó a funcionar en El Patio el Proyecto socio cultural “Rock Vs Sida, alcoholismo y drogas”. Este proyecto contaba con el apoyo del grupo nacional de prevención y lucha contra el SIDA, al que se sumaron más adelante diversas ONG’s europeas. Durante años este proyecto mantuvo una línea de trabajo coherente, promoviendo conductas responsables en las relaciones sexuales, auspició el trato a los drogodependientes y alcohólicos como personas con un problema de salud y no como delincuentes.

La percepción de riesgo y la prevención pasaron a sustituir al riesgo y el desconocimiento sobre estos temas, en momentos en que otros grupos sociales carecían de este tipo de información. Hicieron peculiar a este proyecto las conferencias, proyección de videos y otras actividades dentro de su perfil y objetivos.

También vale recordar la entrega gratuita de condones como forma de estimular conductas de sexo protegido, todo esto en pleno período especial y en momentos cuando algo así no sucedía en ningún otro centro cultural del país. Varias agrupaciones de rock extranjeras, que vinieron solidariamente a tocar a Cuba, lo hicieron gracias y a través de este proyecto.

Aunque el consumo de determinados psicofármacos era habitual dentro de algunos jóvenes asiduos al ambiente roquero, la institución no dejó de ejercer la mayor influencia posible para revertir este problema. Se abrió la posibilidad de ampliar y mejorar las perspectivas de desarrollo a los grupos de rock, propiciándoles un lugar estable para ellos y sus seguidores.

Durante la segunda mitad de los noventa comenzó en el país un crecimiento gradual y constante del mercado interno de las drogas ilegales. Esta situación provocó en un momento determinado el cierre de varios centros nocturnos y discotecas. Estas últimas, que durante muchos años fueron para muchos jóvenes cubanos la única opción recreativa, se convirtieron en terreno donde improvisados traficantes de la droga desarrollaron su negocio.

Así, al menos en Ciudad de la Habana, comenzaron a desaparecer las discotecas en moneda nacional cuando ya era insostenible su existencia. Muchos jóvenes y adolescentes se acercaron entonces al Patio de María. Los conciertos de rock se llenaron con más y nuevo público, buena parte del cual tenía por primera vez contacto con un ambiente socio cultural alrededor del cual gravitan toda clase de prejuicios.

Pero no solamente llegaban a los conciertos, se quedaron como habituales a esta opción cultural, entraron en contacto con una música viva, humana, poderosa….y también llegaron para quedarse, ciertos distribuidores de drogas, desplazados por el cierre de sus habituales centros de operaciones.

Durante mucho tiempo la imagen que prevaleció entre muchos de quienes desconocían el serio y sostenido trabajo del proyecto cultural de la Casa Comunal de 37 entre Paseo y 2, era que este lugar fungía como una especie de ‘antro de perdición’, donde se reunían elementos ‘desafectos, delincuentes y drogadictos”, en un ambiente de “violencia y perversión”.

Sin embargo, durante años, no sucedió allí ni un solo hecho violento de gravedad, contrariamente a otros lugares donde si ocurren y, paradójicamente, son bendecidos por esa especie de estado de opinión que involucra además a ciertas autoridades. También pudiéramos decir, entre líneas. “cría cuervos…”, pues quizás algún día llegue a saberse públicamente quienes, desde adentro “le sacaron los ojos” al proyecto. Es cierto que la droga enrareció el ambiente de los conciertos y la vida social de los roqueros, pero la manera en que esta situación fue oportunistamente sobredimensionada por ciertos y oscuros intereses precipitó el curso posterior de los acontecimientos.

Una comisión de carácter “extracultural” valoró como negativa y poco confiable la situación del proyecto “Rock Vs SIDA, alcoholismo y droga”, y su veredicto evidenció que no se tuvo en cuenta la posibilidad de apoyarlo o revitalizarlo.

De hecho, existió desde siempre un monitoreo de la situación en el Patio, y cabía la posibilidad de que llevaran a cabo una labor profiláctica. Como consecuencia de la negativa evaluación, autoridades gubernamentales de Ciudad Habana determinaron el cierre de la Casa Comunal y la suspensión por tiempo indefinido de los conciertos de rock allí. Esta decisión se hizo pública bajo el argumento de que se realizarían labores de reparación en el lugar. Además María Gattorno fue promovida al cargo de Asesora en la Dirección Provincial de Cultura, y en su lugar fue nombrado un nuevo director.

A partir de estos hechos y entre los meses de octubre y noviembre del 2003, se redujeron drásticamente los conciertos de rock en la capital. Esta situación llevó a las agrupaciones musicales a solicitar una reunión con la Dirección Provincial de Cultura, la cual tuvo lugar a mediados de noviembre, y solo provocó mayor incertidumbre y descontento entre los músicos.

También se hizo circular una carta dirigida al Ministro de Cultura, promovida por Juan Manuel Montoto, promotor de rock, y respaldada por las firmas de prestigiosos músicos, artistas e intelectuales cubanos, e incluso del público habitual al lugar. En ella se solicitaba definir la situación de El Patio de María y la prometida Agencia Nacional de Rock.

Ya en el mes de diciembre del 2003, se hizo evidente que la suspensión de los conciertos en el Patio había resuelto un problema, pero a su vez había creado otro, o estaba a punto de crearlo. Las máximas autoridades políticas de la provincia y el MINCULT iniciaron un plan de acción para dar solución a la situación.

A través del Instituto Cubano de la Música se asignó un presupuesto para financiar conciertos de rock en diversos lugares de la capital. Debido a irregularidades y deficiencias de los encargados de ejecutar este plan, la responsabilidad de producir y garantizar en Ciudad Habana los conciertos de rock, se encuentra en estos momentos en manos de la Empresa de Carnaval, a través del plan de recreación y espectáculos musicales denominado “Mi Ciudad Baila”.

Es evidente la imperativa necesidad de crear una agencia pensada, producida y dirigida ejecutivamente por personas que conozcan el rock y sus particularidades. Se busca estabilizar algunos espacios para conciertos y revitalizar otros. Se habla incluso de crear una “Casa de la Música Rock”, pero este proyecto no ha sido concretado hasta el momento.

Luego de varios meses en espera, y después de una sorpresiva visita que hiciera el Ministro de Cultura y el Primer Secretario del PCC en Ciudad Habana a la institución, al Patio de Maria arribó la brigada de constructores designada para hacer las reparaciones. Los grupos que allí ensayaban fueron desalojados hasta tanto concluyeran las labores. Fernando Rojas, como máxima autoridad de la Dirección Nacional de Casas de Cultura, creo una comisión que se reúne mensualmente para darle seguimiento a la restauración del lugar.

La susodicha brigada destruyó las pinturas murales que caracterizaban al Patio, hechas en el año 2000 por una reconocida pintora irlandesa y varios artistas cubanos. Este acto de barbarie merece ser denunciado. Tal vez se pretende borra todo vestigio de lo que fue un importante proyecto socio cultural. A fin de cuentas, la brigada desapareció y los grupos regresaron temporalmente a sus ensayos. Nada indica que la Casa Comunal vaya a ser reparada en un futuro cercano.

Muchas preguntas gravitan en la mente de los roqueros cubanos, los que tenemos algunos años y buena memoria nos preguntamos: ¿Volverán los años sesenta, los setenta u ochenta, con su carga de prejuicios e intolerancia? ¿Todo esto que ha ocurrido o está por ocurrir significará un retroceso o una solución?

Los hechos concretos muestran claros signos contradictorios. Por una parte la política cultural del estado cubano trata de insertar al rock, ya sea de manera orgánica, ya sea por decreto. Por otra parte, y como ha ocurrido durante años con el tema del SIDA, buena parte de los spots televisivos contra la droga establecen, subliminal o evidentemente, una relación manipuladora, entre la música rock, su expresión social y estética, y este flagelo. Un cartel que Salud Pública ha ubicado en varias farmacias y dispensarios describe los síntomas de una posible adicción a las drogas y trae impresa la foto de un adolescente vestido de negro con el pelo largo sobre los hombros. ¿Casualidad?

Es cierto que el sol no se puede tapar con un dedo ni ignorar la realidad. A la pregunta de: ¿Hay problema de drogas entre los roqueros?, vale responde con toda honestidad: Sí. Hay problemas, los mismos problemas que hay en otros grupos sociales y que se agravan aun más a medida que aumenta el poder adquisitivo de los involucrados. Tanto daño hace un psicofármaco vendido en los alrededores del Patio de María, como un gramo de coca en cualquiera de los centros nocturnos que operan en divisas.

Estos últimos lugares no han dejado de existir y funcionan (al menos la mayoría de ellos). Tomar la existencia de la droga como pretexto para atar y desaparecer un proyecto cultural y social con más de doce años de vida, que además nucleaba y garantizaba un espacio de desarrollo a todo un movimiento artístico musical, ha sido simplemente una arbitrariedad y crea un nefasto precedente.

Si mañana mismo desaparecieran todos los roqueros de Cuba, no por ello desaparecerá el problema de las drogas en nuestro país. Los problemas de la sociedad cubana son mucho más complejos y están más allá de un género o gusto musical, una expresión social o estética, o una manera de ver la vida.

El problema no va a desaparecer solo con que los medios de difusión presenten a la población un chivo expiatorio, un demonio mediático donde depositar su miedo o tranquilizar su conciencia, engañándola con la idea de que todo el problema se resume o visualiza en un estereotipo o en un grupo social. Esa no solamente es la peor de las mentiras, es también la peor de las drogas.

No está de más recordar a quienes tal vez tienen mala memoria, que ninguno de los involucrados en la Causa Número 1 de 1988 eran roqueros ni fueron al Patio de María. Tampoco lo eran los traficantes capturados el pasado año, individuos que manejaban miles de dólares y tenían los más insospechados clientes.

Aquel 30 de junio de 1961 Fidel expresó: “Creo que esto es bien claro, ¿Cuáles son los derechos de los escritores y artistas revolucionarios? Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, ningún derecho.”(3)

Lo sucedido nos demuestra que todavía hay quien, desfasada y equivocadamente, apuesta contra el rock en Cuba, y no solamente está apostando en contra de la cultura cubana, está apostando en contra de la Revolución. Más allá de la actitud errada o el poder de estos individuos está nuestro derecho de existir, crecer y desarrollarnos como movimiento. Despertemos y unámonos para defender ese derecho.


Bibliografía consultada:

(1) Marx, Carlos y Engels, Federico El 18 brumario de Luis Bonaparte Obras Escogidas. Editorial Progreso T.III

(2) Castro Ruz, Fidel Palabras a los intelectuales y artistas en la Biblioteca Nacional José Martí Junio de 1961 Imprenta de la Dirección Política de las FAR, 1969. Pag. 209

(3) Ibidem



PRESENTE Y FUTURO DEL ROCK EN CUBA

Por Camilo Ernesto Olivera

Cincuenta años de rock; medio siglo del género en Cuba; y a pesar de todos los pesares del pasado, el presente veta la incredulidad de unos y llama favorablemente la atención de otros. Para los incrédulos no pasamos de ser un sector social que requiere de terapia ocupacional para crearnos la ilusión de que vamos hacia alguna parte. Para otros; los mejores momentos para el rock en la isla están por llegar y solo es cuestión de tiempo para que ocurra algo que cambie el rumbo de la escena rockera nacional.

El cierre del Patio de María hace hoy 3 años nos puso a todos frente a una realidad que pretendimos ignorar. De nada sirvieron las cartas firmadas por importantes personalidades de la cultura nacional; de nada sirvió el clamor generalizado. La realidad objetiva aplastó la ilusión de la sociedad participativa. Y esta es: que la política exterior de Cuba es recta y afilada como una naranja; la política interior está sujeta a las circunstancias del momento y la visión coyuntural de quienes ejercen el poder.

Aprender a vivir con esta realidad ha resultado un proceso difícil para todos, porque nacemos y crecemos dentro de la idea de que vivimos en el mejor de los sitios posibles. Pero cada cierto tiempo ocurre algo que nos obliga a despertar de la ilusión y pone frente a nosotros el espejo de la verdad.

Resignarse a este estado de cosas sin intentar trascenderlo de alguna manera, pudiera llevarnos a la engañosa creencia de que todo marcha bien; de que estamos preparados para lidiar con el futuro. Y vale preguntarnos si nos hemos detenido a pensar seriamente ¿cuál futuro nos espera? O mejor ¿qué futuro queremos para el rock en Cuba?

Hace tiempo que el género en Cuba gira en un mismo lugar. Ofrece signos de evolución musical; pero está limitado en su desarrollo como escena. Esta edición del Ciudad Metal ha sido llevado a cabo venciendo mil y un obstáculos. En general, la escasez e inestabilidad de los espacios para programar conciertos se acentúa y conspira contra los grupos. Existen problemas de producción y divulgación que escapan a las manos de los creadores y la AHS y caen en terreno de nadie.

Me preguntaron una vez que por qué los rockeros somos tan inconformes. Viendo el presente, el aquí y el ahora del género en Cuba, lo poco que se ha logrado y lo mucho que falta me pregunté a mi vez ¿y por qué no serlo? La inconformidad es la madre de las revoluciones. Una revolución sin inconformes está muerta.

Así que no vale conformarse con los éxitos aislados de tal o mas cual grupo que obedecen más a la falta de unión que a un real reconocimiento al género dentro de la estructura. No vale que seamos cómplices pasivos de la mentira demagógica de unos funcionarios que aparentan cumplir con la política cultural pero a fin de cuentas hacen con nosotros lo que les da la gana. No vale ser cómplices de la censura solapada: “Habana blues” el filme que Benito Zambrano realizó tomando como referencia la vida y peripecias de la escena alternativa cubana, no ha tenido su estreno comercial en Cuba, a pesar de que el director donó una copia de 35 mm y los derechos de exhibición al ICAIC.

La televisión continúa tomando con pinzas y una lupa a un género que, gústele o no a sus directivos, mueve a millones en todo el mundo. Resulta más fácil idiotizar a las masas reflejando en los medios de difusión lo último de la manipuladora “Operación Triunfo” o magnificar el éxito de cantantes de moda (prefabricados para consumir y desechar) como si fueran hechos artísticos.

Es más fácil, por ejemplo, para la redacción de musicales de Radio Progreso eliminar los espacios de música alternativa y sustituirlos con espacios pretendidamente juveniles.

No vale que las autoridades del Instituto Cubano de la Música ignoren la escena rock nacional cuando nos visitan personalidades importantes del género como ocurrió en ocasión de las visitas de Rick Wakeman y Audioslave.

No vale que aún esté sin cumplir el acuerdo de crear la Agencia Nacional de Rock. No vale que las empresas artísticas retrasen el proceso de profesionalizar a bandas del género que ya tienen nivel para alcanzar ese status y que por otra parte, por obra y gracia del poder del dinero, grupos de reaggeton con malas letras y peor concepto musical surjan de la noche a la mañana y logren contratación artística.

Por otra parte la escena rockera nacional depende más de otros que de sí misma y eso es un error. Las instituciones ayudan pero hasta un límite; lo que los grupos no sean capaces de hacer por sí mismos nadie va a venir a hacerlo.

Así que no vale confundir el destino con el camino, no vale creernos que hemos llegado a alguna parte.

Porque 50 años después, el rock en Cuba apenas se ha incorporado sobre sus pies y está dando los primeros pasos. Lamentablemente el vértigo momentáneo pudiera subírsele a alguien a la cabeza, el triunfalismo inducido o por autofagia puede ser la manera más directa de hacernos andar de rodillas mientras nuestra mente vive la engañosa ilusión de que hemos trascendido las nubes.

Si mañana mismo alguno de los cinco grandes monopolios que mueven el mercado del disco se bajara a Cuba a echar un vistazo a la escena rock, ¿cuántas de las agrupaciones en activo estarían preparadas para moverse dentro de esa especie de circo de gladiadores que es el mercado internacional de la música?

Veamos con objetividad en que país vivimos y no nos desanimemos, pero tampoco pensemos que el futuro va a llegar de gratis, de favor o por ser “exóticamente” cubanos. Para bien o para mal, basta con ser cubanos; lo de exótico sobra. Aquí hay creatividad, hay fuerza pero falta poder de expansión.

Se ha hecho rock en Cuba durante años a golpe de puro corazón y un poder de esa índole no tiene porque mendigar su derecho a existir.

Siempre habrá quien diga que el rock no es cubano, siempre habrá quien te ofrecerá la sonrisa mientras prepara la puñalada por la espalda. Al llegar a este punto del camino vale mirar dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor. Porque tenemos una responsabilidad como creadores y difusores de una tendencia musical que ha cambiado al mundo y tenemos el deber de asumirla.

Somos hacedores de cultura y crecimiento espiritual, somos mensajeros de libertad. Y aunque por acá la libertad como expresión puede resultar una mala palabra; el futuro pertenece a los que se arriesgan y el futuro es aquí y ahora.

Camilo Ernesto Olivera
26/10/06


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