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Xino Carrasco: La música es la lingua franca.

Cuando le pregunté a Iván Carrasco, Xino, por qué el primer fonograma de su carrera se titulaba Shake It Out, así, en inglés, me miró como enfadado, y saltó como un resorte: “¿Y por qué no?”.

Por suerte esta no fue mi primera pregunta, porque si no, no sé que rumbo hubiese tomado la conversación. Pero puedo asegurar que, independientemente del rumbo que tomase, mucho tendría para decir este joven guitarrista. Tuvo más de dos horas para demostrarlo y convencerme de que si le dejan, por la boca se salva el pez.

“Sacúdetelo,” me dijo, como si estuviese muy claro. “Sácatelo. Todos me preguntan, ‘¿por qué en inglés?’ No lo veo un motivo de preocupación. El inglés se ha convertido en el lenguaje universal de comunicación cuando no se es coterráneo. Estoy intentando decir algo que se pueda entender a todos los niveles, para todo el que lo escuche, sea angloparlante o no,” me devela su segura estrategia, carente de cualquier espíritu de trasgresión o abandono de su lengua natal.

“Para mí Shake It Out es más que un titulo: es un grito de guerra, es como un escudo invisible, que se activa, como en Voltus V, y sale así,” y al tiempo que hace un gesto de gladiador, me reproduce un sonido de filme futurista o manga japonés, entre risas. De todos modos “no hay temas completamente en inglés,” sino frases sueltas “en el primer tema ‘Living the Night’, y en ‘Shake It Out’.”

Desde la portada del disco debut de Xino Carrasco, ya se anuncia el mestizaje. Es que, como mismo se sugiere gráficamente, su música bebe tanto de Asia como de África, depositándonos sobre esa fusión que, como una especie de barca, nos ayudará a cruzar la frontera hacia lo que late bajo la piel de este cantautor.

Bajo la trama subyacente de los ritmos latinos, Xino teje su propuesta pop, rezumando en las baladas toda la experiencia que le han cedido punteros internacionales como Emmanuel y Armando Manzanero, y otros del archipiélago de dónde él proviene, como Francisco Céspedes, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Raúl Torres y Carlos Varela.

Para abrir a toda máquina, ‘Living The Night’, un cántico a la noche, quizá tanto la de Madrid como la de La Habana, que se ‘confunden’ con toda intención. Alentándonos a otear el fresco de un lugar, tanto anímico como geográfico, nos sumerge enérgicamente en lo que nos traerá el disco más adelante.

Otro que va en la misma dirección es el tema ‘Dos’, mientras que ‘Maneras de quererte’ nos dice exactamente de que generación de la música cubana viene Carrasco, sin renegar del aire ochentístico que trae ‘Se va de mí’.

‘Shake It Out’ pretende ser “un tema de denuncia social, una reflexión a todo lo que veo, que me trastoca, y me remueve,” me confiesa. Mas no esperen un panfleto, pues no lo van a encontrar por ningún lado.

Así llegamos a captar el espíritu conversacional de ‘No juegues al amor’, con consejos de enamorado incluidos, o la intimista ‘Ojos tristes’, que bien se puede imaginar cantada a dúo con Soledad Giménez, esa diva de voz aterciopelada que brilló en Presuntos Implicados y todavía sigue dándonos buenas canciones.

‘Flor de loto’ recurre a ese fantasma de Bob Marley que ronda en alguna que otra de las canciones de Carrasco, con el Caribe resonando cálidamente, junto a las reminiscencias del Sting de The Police, otro de los gurúes musicales que lista entre sus influencias.

Para cerrar, como un acto de contrición, aparece una joya de pequeña dimensión, ‘Don Juanes’, pieza de poco más de un minuto de duración, con un cierre magistral que recuerda la famosa frase de Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Shake It Out es un álbum hecho con mesura, brindando con su equilibrio una especie de fórmula del éxito, ojala que no perecedero, para esta producción liderada por Marcelo Bellagamba. Metales, guitarras y coros de alto calibre, y colaboraciones de gran calidad, como la de ese ‘todoterreno’ de la guitarra que es Nam San Fong, el chino-coreano más cubano que he visto en mi vida, con mucha historia a sus espaldas, por haber acompañado a bandas como Habana Abierta, Tam Tam Go y Amparanoïa, además de trabajar con Lolita Flores, Alejandro Sanz, Athanai Castro y Haydée Milanés, entre otros.

“Busco coherencia en todas las cosas que voy diciendo”, Xino sitúa los vectores al responder a una pregunta sobre la organización del disco. “La uniformidad o la organicidad no son cosas con las que me haya llevado muy bien. Son los patrones básicos con los que tuve conflictos siempre, no iban muy a la par conmigo. Creciendo en un país comunista, comprenderás que esto siempre te trae por el callejón de la amargura.”

Carrasco estará presentando su disco debut el 13 de junio en la sala Colonial Norte, Principe Pio, a las 22:30h. La música será la lingua franca.


Entrevista

Contigo en la Distancia: ¿Quién es Iván ‘Xino’ Carrasco?

Xino Carrasco: Esa es la pregunta más difícil, porque uno nunca acaba de conocerse a si mismo. Hasta donde conozco, soy una persona que vengo de familia humilde, pero muy inquieta. Me crié en varios barrios de La Habana, dado a que en la época en que yo nací empezaron a construir en la periferia de la capital. Nací en el Sagrado Corazón, vivíamos en La Timba, en casa de mis tíos, de ahí pasamos a Nuevo Vedado, a casa de mi abuela, en Panorama y Colón, hasta que a mi viejos le dieron la casa en San Agustín.

Entre semanas alternas, íbamos a Jesús María, a casa de mis tíos, quienes luego se mudaron a Bahía, por allá, cerca de Alamar. Bueno, yo soy… oriundo de La Habana, que es muy grande.

CD: ¿A qué te dedicas?

XC: Chico, la verdad es que, entre otras cosas, subsistir, porque tal y como está la vida hoy en día… subsistir es primordial para, a partir de ahí, plantearte qué otra cosa quieres hacer. Luego de eso, intento mantenerme a flote con lo que mejor se me da, que es la música, lo que mejor me define como persona, mi espacio natural, vital, tanto para el espíritu como para el cuerpo. Intento vivir lo más honradamente posible, de lo que me gusta, que es la música; poder llegar a fin de mes, como cualquier ser humano; que mi hija crezca en un entorno agradable para ella, que pueda disfrutar de esa infancia que muchos de nosotros tuvimos, de carriola y césped, que en el Madrid de estos tiempos es cada vez más complicado sin que te cueste dinero; y criar a mi hija con la sencillez más absoluta posible, aún teniendo cosas que no teníamos nosotros en nuestra infancia, pero siempre poniéndole por delante valores y cosas que le ayuden a crecer como ser humano, en una sociedad que cada día se va deshumanizando más.

CD: ¿Hay tradición de músicos en tu familia?

XC: En mi familia la tradición musical viene del gran amor que siempre han tenido hacia la música. En la familia de mi padre no hay músicos, no porque no quisieran, sino porque no daban pie con bola. En la familia de mi madre si: está mi prima-hermana y mis otros primos; el cantautor santiaguero José Aquiles, primo por parte de mi madre; mi prima-hermana Amanda; el hijo de mi primo Aquiles, el pianista David Virrelles. También la niña de mi prima, Claudia; mi hija con el violín, y así. Tradición de músicos a borbotones no, nosotros somos los pioneros.

CD: ¿Cómo llega la guitarra a ti, estudiaste guitarra?

XC: Cuando yo iba a preescolar, entre las actividades, hacíamos el coro del aula. La profesora nos ponía a cantar canciones, y mi abuelo paterno se fijó que cada vez que yo estaba cantando hacia así [hace el gesto de tocar una guitarra invisible], y todo viene de cuando yo veía los festivales Adolfo Guzmán, o cuando ponían momentos musicales, veía a Osvaldo Rodríguez, y me llamó siempre la atención aquel hombre con gafas y bigotes, mirando hacia arriba y tocando aquella guitarra, y fíjate si se me quedó la imagen de aquella guitarra, que cuando la vi tiempo después dije: “¡si era una Ovation!”. Osvaldo Rodríguez tocaba con una Ovation, y yo con cinco años la vi, y no se me borró de la mente aquella guitarra.

Pasó el tiempo y cuando ya estaba en primer grado, mi abuelo me regaló una guitarra rusa. Para mí era el regalo más increíble de la tierra, porque era lo que yo más quería, claro, pero a medida que fui investigándola, me di cuenta que aquello era una catana enorme de mala. Era una guitarra construida como si fuese una guitarra eléctrica, media caja, pero el brazo estaba atado con un tornillo, pero era de tan mala construcción que cuando apretabas el tornillo para que se quedara fijo, el brazo empezaba a ceder hacia arriba. La parte delantera del diapasón te parecía bien, pero cuando empezabas a bajar, era una separación enorme de las cuerdas. Yo le llamo a eso ‘guitarra gimnasio’, que son las guitarras con las que uno aprende o desiste automáticamente.

Con esa guitarra empecé yo a tocar y estuve cinco o seis años con ella, hasta que por un azar de la vida, en una casa de cultura del barrio adonde iba con mi primo Billy y otros amigos, me encontré un cuerpo de guitarra con su clavijero a medias. Le faltaban las cuerdas, pregunté y me dijeron que me la llevara. Esta ya era una guitarra mejor, española, de cuerpo entero, y empecé poco a poco a armarla. No habían cuerdas, no tenía como conseguirlas, empecé a mirar las medidas de las cuerdas en las guitarras de otra gente del barrio, y me iba a quitarle a mi padre los carretes de pescar y buscaba el calibre exacto en los carretes de pescar para poderme hacer las cuerdas. Claro, nunca sonaría igual, porque las cuerdas de la guitarra tienen un proceso, y aunque sean en principio del mismo material, el carrete de pescar tiene otro proceso de fabricación.

Así, virguerías mil, hasta poder tener al menos una guitarra con la que manejarme. El que era marido de mi prima, Alejandro Encinas, un grandísimo violinista peruano, me trajo de Perú una Falcón, y esa fue mi primera gran guitarra, una guitarra peruana preciosa, que sonaba impresionantemente, porque para mi cualquier cosa sonaba impresionante comparado con lo que yo traía. Así fue como llegó la guitarra a mis manos y como llegué yo hasta la guitarra.

Mi primera guitarra eléctrica fue una Leedstar que me regaló Dagoberto Pedraja, el guitarrista de Gens y Monte de Espuma. Por cierto, gracias a él conocí al primer productor con el que trabajé, Gustavo Santaolalla, que fue cuando él traía a Café Tacuba, y a Botellita de Jerez a La Habana, y ellos me vieron tocando en La Casa de la Amistad. Allí tenía una peña José Antonio Rodríguez todos los jueves. Estábamos José Antonio Rodríguez, Reinier Valdés, Diego Cano y yo. También venía Raúl Torres de vez en cuando. Éramos los fijos de la peña.

Me acuerdo que estaban los de Café Tacuba ese día por allí, viendo aquello, y se quedaron impresionados, y me dijeron que me fuera con ellos. Nos fuimos al parque de 21 y estuvimos tocando. Me llevaron donde Gustavo, él escuchó y se quedó fascinado, y empezamos a hacer cosas, graba aquí y allá, toca esto, lo otro, me traían de un lado pa’l otro, me metieron en el hotel Capri como dos días. Luego Gustavo estaba negociando con Francis Cabezas, el que era director de Magic Music Tropical en La Habana, que quería hacerle un disco a Charanga Habanera, y me tuvieron a mi seis días alquilado en el Cohiba. Yo decía, “¿y esto qué cosa es?”. Para mí eso era un mundo descomunal e insólito, yo a cuerpo de rey en el Cohíba, en el periodo especial, imagínate tú, increíble. Mira que han pasado cosas.

CD: Entonces, eres autodidacta.

XC: No, empezó así, pero luego conocí a un profesor de guitarra, y empecé a estudiar con él, y luego me fui a la escuela de arte, en artes escénicas, y había una asignatura que era música aplicada a las artes escénicas, y ahí fue donde continué mi preparación desde el punto de vista musical. Me dediqué más a la teoría, a la técnica, que al ejercicio en si mismo, porque estaba más enfrascado en el mundo de la trova y todo aquello, los cantautores, Silvio, Santiago, era un mundo que me fascinaba, y todavía me tiene fascinado.

Lo que pasa es que he descubierto otras cosas, descubrí Stevie Wonder, The Commodores, Led Zeppelín, hubo un momento en que no sabía que hacer, porque me gustaban tantas cosas, quería aprender tantas cosas, fue una época bastante bonita, pero convulsa desde el punto de vista personal, porque era tanta información que no sabía donde meterla.

El jazz ha sido lo que más tiempo he dejado madurar, porque era demasiado importante, era una forma de hacer música que suponía para mí un respeto importante. Hoy en día me sigue suponiendo un respeto, y me encanta subirme a una jam session y tocar, pero… uff, cada vez que me subo… justo en el momento de subirme, me encanta, pero cuando ya estoy arriba, me entra un miedo impresionante. Ya puestos en faena, disfruto, pero ese segundo antes, es un respeto que es como ver a mi padre de nuevo.

CD: Si te queda por mencionar alguna influencia en la música, ya las has dicho todas…

XC: The Police, Sting, Bob Marley, Fito Paez, Charly Garcia, Silvio, Santiago, Pablo, Stevie Wonder, Kool and the Gang. También Earth, Wind and Fire; Led Zeppelin, Deep Purple, Rolling, Los Beatles, pero menos, porque me parecían mas blanditos, para mi gusto claro.

¿Quién más? Benny Moré era algo descomunal, insólito, impresionante, el David Bowie del son, es una cosa brutal ver a ese tipo, mi padre tenia la colección dorada de Benny Moré, y todavía esta en mi casa, en vinilo, todos sus LPs, mi padre los tenia todos, porque era de su tierra, se conocieron cuando mi padre era pequeño, y es impresionante.

Otra que me gustaba mucho era La Lupe, para mi esa manera de afrontar la canción y de plantarse, me parece impresionante.

La Aragón tenía cosas que me sobrecogían, los violines de esa orquesta, los cencerros, para mí de niño eso era encantador, me gustaba muchísimo, siempre esperaba el momento de la campanita.

Es que hay muchas cosas, hay muchas influencias que para mi son importantes: Tracy Chapman, Michael Jackson, The Who. Hombre, no puedo olvidar a Metallica, Van Halen y AC/DC. También esa parte es importante, porque forma parte de mi formación como guitarrista eléctrico. Master of Puppets, And Justice For All… todos esos discazos son gran cosa, obra maestras. Iron Maiden, con su ‘The Number of the Beast’. Descubrí hace unos pocos años a Apocalyptica, este cuarteto de cuerda tocando temas de Metallica, ¡qué grandes!

Me faltan Alain Caron, Youssef (el trío canadiense de jazz contemporáneo), Allan Holdsworth, John Scofield, Richard Bona, y John Abercrombie, el maestro de los maestros. ¡Hay un montón, tío!

CD: ¿Qué te identifica como cubano? ¿Qué ve la gente en ti de cubano?

XC: Sobre todo el carácter. Supongo que también en esto hay que ser un poco cauto, porque no todos los cubanos tienen el mismo carácter, y sería pretensioso por mi parte decir eso. Al menos en el barrio donde me crié, la gente era muy tranquila hasta que le empezaban a tocar los cojones. Entonces, no me toques los cojones, porque se me sale lo de La Timba pa’ fuera, y ya no controlo. Yo tengo unas tragaderas muy amplias, con los años se me han hecho unas branquias muy grandes, y aguanto carretas y carretones, hasta que digo “hasta aquí”, y cuando digo ‘se acabó’ es cuando sale el monstruo de las mazmorras, y ya es mejor que corras.

Yo veía a mi padre, que era un hombre grandísimo, de mas de dos metros, un tipo fortachón, cuadrado, un armario, y era muy noble, hasta que decía “hasta aquí hemos llegado”, y también, para bien y para mal, esa cosa nuestra de los cubanos de intentar juntar a los amigos, a la familia, de aunar y crear una comuna, juntos todos, compartir lo que tenemos con toda la buena fe del mundo, sin ánimos de nada, simplemente eso, de compartir, estrechar lazos, de retroalimentarnos, porque en el fondo, esas energías son las que nos unen y nos desplazan, y separan.

CD: Eso sería en tu forma de ser, sin embargo, en tu música, ¿podría hallar rasgos que me digan que eres cubano?

XC: Evidentemente, en la manera de cantar, y de alguna manera la poética, tiene mucho que ver con la música de la canción de autor de nuestra tierra, con toda esa cosa de la que uno ha mamado, con lo que uno se emociono, y le incito a llegar a donde estamos ahora. Creo que el gran motor ha sido ese, y es de respetar. Eso de escuchar a Sindo, a Silvio, y que todavía hoy lo escuches y te vuelvas a sentir con aquella cosa, “yo quiero aprender a tocar eso, yo quiero contar mis historias así”, esa era mi gran ilusión, yo me decía que quería contar cosas, las cosas que me pasan, cantándolas, tocándolas, y hacer que la gente se emocione, que les guste, no quería pasar de soslayo por la vida. Quiero hacer algo que sea bueno, que pueda ayudar y que me ayude a mi también, porque a mi me encantaba ir a un concierto y sentirme reflejado en muchas canciones de las que escuchaba. Con Silvio, con Santiago, con Carlitos, y creo que es como una rueda, vas devolviendo todo aquello que te nutrió, lo vas devolviendo a los que vienen.

CD: ¿Qué te ha dado España y qué te ha quitado?

XC: España me ha dado y me ha quitado lo mismo: libertad. Me dio libertad en un principio de andar tranquilo, de no tener que agachar la voz cuando algo te parece que está mal, incluso de no agachar el pensamiento, me dio la libertad de no agacharlo, de mantener mis ideas en pie, al margen de la ideología, y de los políticos. La libertad de andar tranquilo y de poderme mover por donde quiera, sin tener que pedir permiso, con respeto, pidiendo por favor.

Pero me ha quitado esa libertad también, cuando estás aquí la pierdes, porque no eres tan libre como creías que podías ser, hay otras cortapisas, hay otras maniobras más solapadas que también te coartan tu libertad, no te dicen frente a tu cara las cosas. “No pasa nada porque te dejes el pelo largo”, te dicen, pero te miran mal si lo haces. No te aceptan, te reniegan. Ahora ya menos, porque ya hay de todo, sobre todo en esta profesión, que es mucho más permisiva, la sociedad lo es más con los artistas, pero te tienes que enfrentar a que vas al colegio de tu hija y si vas con el pelo largo todos los padres que van repeinados y con corbata, a tí te miran como a un apestado, y ya por consiguiente, los padres de los otros niños les dirán que no se junten con mi niña, porque mira a su padre como va. Ya están condicionando el desarrollo de tus hijos, te están etiquetando sin conocerte, y eso es una parte de la libertad de la que también tenemos que hacer uso, tenemos derecho, pero te la quitan.

CD: ¿Hace cuanto vives aquí? ¿Cuánto ha cambiado en estos años?

XC: Diez años. Muchas cosas. He subido quince kilos, me puedo permitir soñar cada vez que me da la gana, cosa que hacia en Cuba, pero pasa que aquí tengo menos tiempo para hacer los sueños realidad. Allí tenía menos recursos, y me sobraba el tiempo. Aquí, con todos los recursos, no me alcanzan las horas. Estoy más viejo, pienso más en mi familia, mi hija, mi madre, mi mujer, mis hermanos, que en el beneficio propio.

CD: ¿Qué necesitan los músicos aquí, ya sean cubanos o no?

XC: Creo que lo que necesita la música es un respeto, porque hay tanta morralla, y tanta mala información, que han convertido el arte en general, no la música, sino el arte, en un patio de recreo. Aquí la juventud está jugando a ‘yo soy cantante y soy la ostia’, y además, les están vendiendo que en tres meses te pueden convertir en una estrella y en cantante del carajo. ¿Qué es lo que tengo que entender, que Montserrat Caballet se ha pasado tantos años de estudios, todo ese conocimiento no le vale para una mierda? Porque hay unos señores que en tres meses te convierten en una estrella de la música, ¿Montserrat Caballé es una imbécil? Victor Navarrete, Inoidel González, Iván Melón, Caramelo ¿son estúpidos? ¿Nos estamos volviendo locos? ¿Qué es lo que está pasando, qué estamos vendiendo, que les decimos a la gente? ¿Que Joan Manuel Serrat es un zapingo que no sabe ná de ná? ¿Que ahora vengo y me convierto en Bisbal en tres días?

Lo que veo es que están maltratando el arte, en general. Como te digo la música, te digo el teatro. La cantidad de gente que me encuentro por la calle y me dice: “Es que estoy en la academia de fulanito de tal”. Yo estudié artes escénicas, y ¿qué me estás contando? Me dicen, “ahora me voy a un casting para una serie, o para una película”. Pero bueno… ¿de que estamos hablando? ¿Qué pasa con las cuatro tendencias del teatro contemporáneo, Stanislavski, Grotowski, Barba, Brecht? Eso hay que estudiarlo para saber que es la confrontación, el distanciamiento, el absurdo y el realismo. ¿Qué pasa con todo eso? ¿Cómo se trabaja el teatro de Chejov, de Grotowski, de Stanivlaski? ¿Qué le están vendiendo a la juventud, cobrándoles unos pastones al mes para… qué? Impresionante. Están vendiendo humo, y la gente lo sigue comprando. Ahí está la prueba: Factor X, Y, Z, Operación Tufo, Gran Marrano, y todo va de show en show, tú si que vales, Babel, esto está plagado de ‘artistazos’, una potencia de estrellas. ¿Dónde están?

CD: ¿Pero… como mecanismo para dar a conocer a alguien, como oportunidad para entrar en el mercado…?

XC: En vez de invertir dinero en hacer esa patochada podrían invertirlo en crear academias. Aunque sean privadas, aunque cuesten un poquito más caro. Con profesores cualificados, certificados, con titulación, para que puedan dar clases y enseñar a esos niños que en realidad quieren ser músicos qué es la música y cómo se llega a la música, cuál es el lenguaje musical y el sacrificio que supone. Si después de esto quieres seguir, ¡chapó por ti!

CD: ¿Hubieras preferido la actuación a la música?

XC: Son igual de sacrificadas las dos, y sigo trabajando la actuación, aunque menos. Como actor hago simplemente lo que me apetece, y no es que me lluevan los guiones, porque no llueven.

CD: Por lo menos oportunidades has tenido, porque al menos ‘Camarón’, es una producción mayor. ¿Cómo llegaste a esta película, y que otros papeles has hecho?

XC: Yo he trabajado desde que terminé de estudiar teatro en Cuba. Empecé en la compañía Moliere, con Juan Carlos Cremata, luego hubo un grupo de nosotros que se separó y se montó Pálpito, con Ariel Bouza a la cabeza, y con Mara, su esposa de aquel tiempo, y ahí estuvimos muchos actores trabajando, Laurita Ramos, Rigoberto Ferrera, algunos están en Cuba y les va muy bien. Alberto Maceo y Dhapné Porrata, que están aquí en Madrid, Dhapné se sumó luego, pero principalmente Alberto y yo somos fundadores del grupo teatro Pálpito.

Cuando me vine aquí, hice lo de Camarón, un anuncio de flamenco de Terra, y lo último que he hecho es la película de cine independiente ‘Juglares en el andamio’, de José Luis de Damas, junto al actor cubano Roberto Govin, que trata sobre la vida de dos artistas cubanos, un músico y un dramaturgo, que se vienen a España, y que se encuentran con la realidad de que no pueden vivir de su arte y tiene que trabajar en las obras de construcción, porque está bastante complicado. No es que sea complicado, sino que no les hacen caso, porque son de fuera, porque a la gente le da igual, porque no hay suerte, de eso se trata, que no siempre hay buena suerte. Así cuenta los avatares de estas dos personas. El final no lo cuento, para que la vean.

CD: ¿Cómo llegas tú a esos papeles?

XC: El de Camarón fue a través del representante de la agencia Velvet, Javier Laguna, que me conocía a través de la música, y yo le conté mi periplo por el teatro, y él me dijo que tenía una agencia de actores y que me llamaría. Yo pensé que con probar no se perdía nada. Un día me llamó para decirme que estaban haciendo un casting para la película de Camarón. “Están buscando una persona como tú, eres el personaje que están buscando” me dijo. Me fui a ver a la directora de casting, y estaba allí Hugo Silva, junto a otros actores y amigos, y casualmente allí estaba Jaime Chávarri ese día. Yo me senté a esperar mi turno, y él salió, me vio y me dijo: “¿Qué tal?”, yo le respondí, “¿Qué tal?”, y fue una conexión mutua, él me vio y dijo: “Es ese”, y yo lo vi a él, sin saber que era él y me dije “este debe ser el jefe, y le caigo bien”. Él salió, llamó a la directora de casting y le dijo que me llamara. Justo cuando eso sucede, que él sale y me ve, la gente alrededor me dijo: “¡Joder, macho, lo tienes hecho!”, y yo no pensaba que fuera más lejos. Al rato salió la directora de casting y me llamó, hicimos la prueba con Oscar Jaenada (Camarón), Raúl Rocamora (Paco de Lucía), Alfonso Begara (Tomatito), e hicimos una escena, Jaime la dio por buena, y me firmaron, y ya está.

CD: ¿Cómo fue trabajar con toda esa gente?

XC: Una experiencia muy bonita. El cine, sobre todo, con presupuesto, es muy bonito. Es un mundo mágico, también. Camarón es un mito, una de mis influencias. Estudié flamenco en los cuatro años que estuve en Granada, para mi Camarón es único, es el Rey, como ese no hay nadie, y la fusión Camarón-Paco de Lucía, olvídate, que a partir de ahí hay que escribir otro libro de flamenco. Luego, la historia del rodaje, es todo un periplo apasionante: la empatía que consigues con la gente, los amiguetes que se hacen ahí dentro. Yo me llevaba bien con todo el mundo, pero tenía especial empatía con el cámara, con el operador, con Oscar, con Verónica Sánchez, con Raúl, había un rollo muy guapo, entonces nos lo pasábamos muy bien, la verdad. Con las chicas del maquillaje y del vestuario siempre estábamos muriéndonos de risa.

CD: ¿Esta otra película que mencionaste, es de un cubano?

XC: La otra película, un largometraje, ‘Juglares en el andamio’, es de un director sevillano, José Luis de Damas. Está en sala de montaje ahora mismo, y es una trilogía que empieza con ‘Sinfonía de ilegales’, su opera prima, luego ‘Juglares…’, y luego ‘Versus, la vía de la Plata’, que es una historia sobre el antiguo Camino de la Plata, desde Sevilla hasta Finisterre, un periplo bastante interesante.

CD: Volviendo a tu música, ¿cuantos discos tienes grabados?

XC: Este es mi primer disco en solitario, todo lo demás han sido colaboraciones, como proyecto mío es lo primero. En Cuba había hecho cosas, y trabajé en el disco titulado ‘Este árbol que sembramos’, de Augusto Blanca, que era un disco homenaje a los 95 años de la trova tradicional y a los 25 de la Nueva Trova. Ahí participaron todos, Santiago, Silvio, Pablo, Vicente, Corina Mestre, René de la Cruz y Renecito (hijo), Salvador Faus (el flautista), Pancho, la flor y nata de la trova, y ahí estuve yo también como apunte (ríe).

Fue una colaboración, producción musical y arreglos, estuve metido en un estudio en 21 y G, fue impresionante ese disco, nos cogían las tantas, días que incluso me quedaba a dormir en el sofá del estudio, es que era tanto trabajo, pero era tan apasionante, y estábamos tan a gusto. Ahí fue donde empezaron mis primeras inquietudes de producción musical a nivel de estudio, cuando ya me metí adentro y vi los entresijos de cómo funcionaba todo, es un mundo apasionante y difícil.

En producciones estoy con el disco acústico de Luis Alberto Barbería, estoy enfrascado a nivel personal con unos chavales jóvenes que se llaman Replay, que hacen un pop-rock bastante interesante, ellos me dan bastante ala para hacer arreglos y trabajar, y está sonando muy bien.

CD: ¿Colaboraciones con otros? Sé que la lista es larga, pero mencióname algunas de las personas con las cuales te haya gustado más colaborar.

XC: Raúl Torres, Pablo Milanés, Habana Abierta, Zone-T (un grupo de jazz cubano), Yosvany Palma, Karel García, Carlos Lage…

CD: ¿Has participado en discos suyos, o han tocado juntos en conciertos?

XC: Con Yosvany Palma he participado tanto en el disco, como en los arreglos y en directos. Llevo trabajando con él muchísimo tiempo. Con Karel García trabajo a nivel musical, él tiene ya su disco hecho, y me llamó porque necesitaba a un guitarrista que le cubriese lo que él quería. Me dijo que todo el mundo le recomendaba que viniera a mi, y que me había visto y quería hablar conmigo. Entonces vimos los temas, lo miramos, lo repasamos. La verdad es que fue bastante gracioso, porque yo me tuve que ensayar los temas por Internet, básicamente. Me dijo, ‘mira, en Youtube, o en otro lugar, hay un video donde se ve el tema tal. Por el disco hay que bajarle medio tono…’, así me explicó. Me lo estudié por ahí, fue todo un periplo, pero resultó bien. ¿Músicos españoles? Trabajé con Paco Damas, y con Bertin Osborne. He compartido en el plano personal con Pepe Habichuela, y con Javier Ruibal, pero nunca he trabajado con ellos.

CD: ¿Qué me puedes decir de los temas incluidos en Shake It Out?

XC: Excepto ‘Maneras de quererte’, que viene desde La Habana, un tema muy polémico que me costó bastante caro, los demás como ‘Living the Night’, ‘Ojos tristes’, ‘Shake It Out’, ‘Se va de mi’, son temas más o menos contemporáneos. Hay muchas canciones, pero siempre busco en los proyectos la coherencia al nivel del contexto de las cosas que se van a plantear en el disco. No quiero despistar o distraer a la gente de lo que está oyendo, quiero resaltar la singularidad de la temática de la que estoy hablando, temas sociales, sentimentales, de amor o de desamor. No me gusta mezclar demasiadas cosas para no distraer la atención. Quien lo entienda de otra forma podría decir que no tiene por qué, cada uno lo ve desde su prisma, y yo a mi manera pienso que para mi es mejor así, quizá dentro de unos años lo vea de otra forma. Esa ha sido la óptica que me guió y con la que plasmé el trabajo.

CD: ¿Qué otros planes tienes con este disco y con lo que venga posteriormente?

XC: Planes son planes, sobre planos todo es posible, luego la realidad dicta sentencia. Planes tenemos muchos, posibilidad de llevarlos a cabo… también hay posibilidades… ahora, realidades sobre la mesa, no es que tengamos muchas. Es un disco de producción independiente, una producción familiar. No tenemos ningún patrocinador, nadie apoya tácitamente el proyecto, solo la familia apostando por esto. Muchos amigos lo ven bien, pero no tenemos a nadie para lograr una campaña de promoción fuerte, o para poder hacer un recorrido por los medios de comunicación, haciendo una campaña de promoción del proyecto. Lo estamos haciendo en la medida de nuestras posibilidades, con lo que tenemos, e intentando aunar esfuerzos de aquí y de allá, para sacarlo adelante. La otra parte es los conciertos, tenemos primero que pasar por esta parte de promoción, hacer visible el proyecto, para a partir de ahí ir recabando algún que otro concierto para el futuro.

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