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Imaginería urbana en disco de novel trovador cubano Charly Salgado
Por Félix Eduardo Varela

En un disco salpicado de imaginería urbana, el joven trovador cubano Charly Salgado, de la última hornada de la trova-pop-rock, irrumpe con su huella sonora en la escena musical para dejar bien claro el espíritu de búsqueda que le mueve.

La Habana, capital de las hormonas -al decir de la escritora Aymara Aimerich en sus notas al disco titulado Buscando Caminos- emerge como principal motivo y escenario de las 11 canciones en esta ópera prima.

Descrita como destino y subterfugio, todas y cada una de las canciones de este cantautor, escritor y poeta, destilan su sabor.

Charly Salgado comienza a andar en el universo del pentagrama con 11 años, cuando matricula en un conservatorio.

Teodoro Benemelis, tío de su padre, también lo acompaña en este viaje. Trovador admirado por Silvio Rodríguez, él marca su genealogía con la tradición trovadoresca.

La trompeta, un instrumento fuerte, melódico, comenta Salgado, fue mi principio. "Pero había empezado por el instrumento equivocado", confiesa con una sonrisa cuando menciona que un año después decidió abrazar la guitarra.

El músico-niño terminó el nivel elemental de trompeta en la escuela Paulita de la Concepción, en el barrio capitalino del Cerro.

Después de un tiempo de silencio, comenzó a estudiar guitarra en las noches, y terminó el nivel elemental cuando ocupaba pupitres universitarios.

La Universidad de la Habana lo ve emerger como licenciado en Filosofía, pero no es lo único que gana de este período, pues conoce a un grupo de trovadores como Iván Leyva, Samuel Aguila, y Fernando Bécquer, entre otros, e inmediatamente opta por la trova y la canción con marcado interés hacia los textos.

Anaximandro, filósofo griego antiguo, ayudó a nombrar la peña que lo ve surgir en la facultad de filosofía de la Universidad de la Habana.

En la Apeiron -una sustancia indeterminada de la que hablaba este filósofo- se presenta por primera vez en público.

Así anduvo en su cantar ‘desordenado’, hasta que decidió organizarse y defender lo que hacía con más seriedad.

Al regresar de un festival celebrado en la central provincia de Santa Clara, a Charly se le propuso hacerse cargo de una peña en La Madriguera, un cenáculo de "corte renacentista" en el cual se reúnen los jóvenes raperos, rockeros, poetas y trovadores del centro de La Habana.

"La peña duró mas o menos tres años, y fue una experiencia muy positiva. Por ahí desfilaron músicos como Inti Santana, Ivan Leyva, Kinde, Fernando Bécquer, Samuel Aguila, gente muy cercana a mí, de mi generación y otros como, Roberto ‘Keko’ Fajardo, más cercano al rock, Frank Delgado, Angel Quintero y Vicente Feliú".

De ahí salió en parte el proyecto del disco, piensa Charly. "Grabé un demo, concebido de manera enteramente acústica, en el estudio 3 de Radio Progreso. Se lo propuse a la EGREM, y a los tres meses ya grababa el disco".

Ahí empezó la aventura.

"Fíjate si fue rápido -recuerda- que de repente no tenía ni una banda con quien tocar para grabar el disco, entonces tuve que llamar a músicos de sesión", dice Charly.

"Hasta el propio Iván Leyva, arreglista y productor del álbum, tocó la guitarra e hizo coros", revela.

Un año después de la producción y la grabación de este álbum, la satisfacción del buen trabajo se tradujo en un producto híbrido, semiurbano, de un trovador, que se armó de un formato instrumental, para decir de una forma diferente, sin dejar de ser fiel a su esencia, a su guitarra.

Podrás Decirme, Buscando camino, Habana Lennon 2001 y No Suena Bien, son algunos de los 11 temas que entremezclan rock, country, estructuras sencillas con letras un poco más profundas, sonidos que le deben a The Beatles, la Nueva Trova, el pop-rock argentino y español.

La idea de ese Lennon entre nosotros, un puente entre esas muchas cosas del alma, la figura materna y paterna, las influencias salen a flote en esa ópera prima, que anticipa algunas cartas guardadas.

"Cantautor o trovador, soy simplemente un tipo que hace canciones. Hubo una etapa en que las defendía a guitarra en la sala de mi casa, y en esta nueva etapa esas canciones tienen otro soporte más ambicioso, con una banda con músicos que tienen experiencias en formaciones anteriores, y aportan todo ese conocimiento para llegar a diferentes sonoridades, e ideas que se adicionan a esas canciones que concibo a guitarra".

Para Charly, tener un grupo "es sencillamente una nueva etapa, en la que se ganan algunas cosas, y se pierden otras". Se gana en la complejidad del trabajo, que requiere otra responsabilidad a la hora de hacer los arreglos, de darle cierta intención a los temas, anadió.

La banda que apuesta por este experimento la integran Jorge Alberto Marín (guitarrista, anteriormente en Gens, Combat Noise, y Hojarasca), Eduardo Mena (bajista, quien pasó por Cosa Nostra, Hojarasca), David Smith (baterista).

"Esta experiencia con la banda estoy seguro que va a dar que hablar," -acotó Salgado- "pues tengo temas como para hacer otro disco, y lo que quiero es presentarme y que la gente conozca en vivo los temas del disco".

"Estoy contento con las cosas que me han pasado, pero no satisfecho. El verdadero espíritu del ser humano es el de la inconformidad, el de la búsqueda, el de ir siempre mirando un poquito más adelante", concluyó el joven trovador.


(Publicado en Prensa Latina, La Habana, 12 mayo 2004)

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